El 29 de octubre pasado (martes) se cumplieron 90 años del fatídico «martes negro» de 1929, fecha que se toma como el origen de la «Gran Depresión» del siglo XX.
Todo empezó unos días antes. El 23 de octubre de 1929, miércoles, los precios caen en la bolsa de Nueva York un 7%. El día siguiente, 24 de octubre de 1929, jueves (conocido como el «jueves negro»), los inversores empiezan a vender de manera acelerada todo tipo de activos. Se llegaron a vender acciones a un tercio de su valor y la policía tuvo que intervenir para evitar disturbios dentro de la bolsa. Se pusieron a la venta cerca de 13 millones de títulos que no encontraron comprador. El pánico se apoderó de los accionistas.
A media mañana del jueves negro, los principales banqueros del país decidieron inyectar grandes cantidades de dinero para intentar revertir la situación y generar confianza Se pensó que se había superado la crisis. El lunes siguiente, 28 de octubre de 1929, la bolsa cayó casi un 13% y el 29 de octubre de 1929, martes, se produjo el definitivo crack bursatil, con un 12% adicional de caída.
Ese «martes negro» la bolsa estaba en mínimos históricos y continuó con caídas hasta 1930. Se produjeron quiebras, paro, la ruina de familias y empresas, millones de personas perdieron sus ahorros. Se calcula que cerca de 6.000 instituciones bancarias cerraron. Este crack no fue la única causa de la Gran Depresión, pero sí dio lugar a su inicio.
Desde el inicio de la crisis hasta 1932 se calcula que la bolsa cayó sobre un 80%. Por poner un ejemplo, si el índice del IBEX 35 está hoy sobre 9.400 puntos, que cayera a 1.900 puntos.
Hay que situar esta crisis como el final de los «felices años 20». La mayor parte de las operaciones se hacían a crédito, el dinero inyectado por la Fed inundaba los mercados, las continuas subidas de la bolsa alentaban el hecho de que parecía inconcebible una caída de la misma (hubo algún aviso el mes anterior, pero sirvió para que muchos inversores compraran valores a la baja y ganaran un dinero de forma sencilla), es decir, la sensación de que ganar dinero era «fácil» conquistó a la sociedad, hasta que la realidad llegó con toda su crudeza.
Hubo mucha gente que invirtió sus pequeños ahorros en 1928 y en 18 meses duplicó lo invertido. La fiebre del «oro» era imparable.
Galbraith, en su libro «El crack del 1929» escribe que tras producirse la quiebra bursátil, muchas compañías iniciaron investigaciones internas en las que descubrieron estafas, principalmente de empleados que utilizaban los fondos de la empresa para operar en nombre propio en el mercado.
Y a partir de ahí, la toma de decisiones de las autoridades estadounidenses no fueron las más afortunadas: reducción de la oferta monetaria, imposición de aranceles a las importaciones… lo que provocó el agravamiento de la crisis y las famosas imágenes de las colas de los parados y las películas de Frank Capra.
Fotos: karen Andrews, y Kristin Smith