El turismo en nuestro país significa alrededor del 11% del PIB y representa sobre el 13% del empleo total español, pero poco más de la mitad de las empresas del sector (231.653 sobre 408.461) tienen asalariados y solo 658 tiene más de 200 trabajadores, lo que prueba que se trata de un sector dominado por microempresas y pymes. Es un sector muy atomizado, sin grandes empresas, lo que implica la dificultad de acometer grandes inversiones para remozar el sector.
El sector está trabajando duramente en los últimos años para desestacionalizar la llegada de turistas (que no todo sea turismo de “sol y playa), ya que contamos con:
* un patrimonio cultural muy rico y variado (por ejemplo, tenemos 21 ciudades patrimonio de la humnanidad. Solo superados por Italia, que tiene 23).
* un patrimonio natural de bosques y montañas, con paisajes de gran belleza.
* Una oferta gastrónomica sin parangón en el mundo.
Todos estos factores han contribuido a que este años 2018 nos visiten más de 80 millones de personas y esto nos lleva a la sostenibilidad de la oferta, tanto desde el punto de vista medioambiental como de los problemas de convivencia que están surgiendo, fundamentalmente en los centros de las ciudades españolas, con los nuevos modelos de ofertas de inmuebles. ¿Podemos seguir creciendo ilimitadamente en el nº de turistas ? ¿es deseable que así sea? ¿tenemos que limitar la oferta individual y de empresas de servicios habitacionales en los centros de las ciudades?.
Seguramente, con la recuperación de la oferta en la otra orilla del Mediterráneo la llegada de turistas caerá en los próximos años, pero debemos plantearnos cómo queremos que sea esta “industria”, verdadera potencia económica española y creadora de un gran número de puestos de trabajo, y estudiar sus efectos medioambientales (consumo de energía y agua, por ejemplo).